vaticinio del mar
Egeo
La espera de tu
cuerpo se fabrica
con albaricoques
y agua salada,
carmín, pupilas
–miel– dilatadas,
los párpados
helados, preciosas
ojeras moradas en
el quicio de
mis ojos
castaños. Tierra a secas.
Olor a canela
humean mis rezos:
templo en la
cumbre, mar delante.
Miénteme, mar
Egeo,
dime que aún
queda tiempo, amarnos
antes de que
llegue el día en mi pecho.
Sacúdeme el
cuerpo, quiero pernoctar
en tu estómago,
mariposas blancas.
Dime que sí, que
hoy nos tenemos el sexo
y nueve segundos
exactos de amor.
Drógame las
pretensiones, la sed
de los versos que
dicen diciembre.
Mar Egeo, un beso
maldito.
Aposté y perdí,
una cuenta por pagar:
enero, febrero,
marzo, abril, mayo, junio.
Alimentándome de
miseria, vómitos:
estoy drogada de
tanta saliva quemada.
Desnuda, eterna
suplicante en el foro,
en la fiebre de
buscarte en las calles
de una ciudad sin
tus canciones frías,
en mis mares, que
no te tientan la voz.
Derrámame, mar
Egeo,
la boca en
amnesia, un teatro nuevo,
los espasmos en
lo insensato. Lunática
por servirme
caliente en bandeja
en este pleno
invierno que se encoge
por el peso de
habértelo dicho todo
para desangrarme,
otra vez, para nada,
indefensa la
mirada de vaticinarnos
en las siete
colinas, muertos de hambre.
vaticínio do mar Egeu
A espera do teu corpo
fabrica-se
com damascos e água
salgada,
carmim, pupilas – mel
– dilatadas,
pálpebras geladas,
preciosas
olheiras roxas na
dobradiça de
meus olhos castanhos.
Terra sem comida.
Cheiro a canela
fumegam meus rezares:
templo no topo, mar à
frente.
Mente-me, mar Egeu,
diz-me que ainda resta
tempo, amarmo-nos
antes que chegue o dia
no meu peito.
Sacode-me o corpo,
quero pernoitar
no teu estômago,
borboletas brancas.
Diz-me que sim, que
hoje vamos ter sexo
e nove segundos
exactos de amor.
Droga-me as
pretensões, a sede
Dos versos que dizem
dezembro.
Mar Egeu, um beijo
maldito.
Apostei e perdi, uma
conta por pagar:
janeiro, Fevereiro,
Março, Abril, Maio, Junho.
Alimentando-me de
miséria, vómitos:
estou drogada de tanta
saliva queimada.
Nua, eterna suplicante
no foro,
na febre de te
procurar nas ruas
de uma cidade sem as
tuas canções frias,
nos meus mares que não
te tentam a voz.
Derrama-me, mar Egeu,
a boca em amnésia, um
teatro novo,
os espasmos no
insensato. Lunática
em servir-me quente
numa bandeja
neste pleno inverno
que se encolhe
ao peso de te ter dito
tudo
para me sangrar, outra
vez, para nada,
indefeso o olhar de
nos vaticinar
nas sete colinas,
mortos de fome.